viernes, 12 de octubre de 2007

EL HOMBRE PÉRDIDO Y LA MONEDA DE ORO

Erase una vez, un hombre que participaba en una caravana que atrevasaba el desierto, uno de esos grandes, en un continente grande, que cubre varios países... todo lleno de arena de color crema... dunas enormes y un cielo límpido del color de las turquesas...

Resultó que en una de las jornadas de la travesía, se levantó una tormenta de arena... que cojió a la caravana de sopetón. La cabalgadura donde iba montado nuestro protagonista se asustó tanto que empezó a saltar tirandolo al suelo. El hombre, viendo la situación decidió quedarse quieto, cubrirse con sus ropas y esperar a que pasara la tormenta.

Cuando la tormenta pasó, descubrió que estaba solo, no tenía ni comida ni agua, estaba desorientado y si todo seguía igual, moriría en poco dias. Desesperado, el hombre se arrodilló y clamó al Cielo en busca de un milagro que lo salvará.

"Alá, ayudame a salir del desierto, solo te pido eso, y nada más".

Alá, siempre misericordioso, escuchando su ruego le envío una moneda de oro.

"¿Y para qué quiero yo una moneda de oro? Ya tengo muchas en mi casa."

De lo enfadao que estaba apunto estuvo de tirar la moneda de otro, pues para qué quería él semajante objeto, cuando se estaba muriendo de sed y de ambre... Pero por alguna razón, siempre que intentaba desprenderse de aquella moneda, algo se lo impedía... El caso es que la conservaba, andaba con ella por aquel desierto claiente y delirante, seguía llevandola en la mano...

Y resultó que mientras caminaba, el sol, se reflejaba en la moneda que sostenía la mano de aquel hombre, proyectando reflejos por todo el desierto... Y el vijía de una caravana comercial de gente del desierto vió aquel reflejo, que avisó a su amo.

"Algo brilla en la lajanía, hacía el este, ¿qué debemos hacer amo?"

"Envía a dos hombres y que vayan a ver que es"

Y así el hombre fue rescatado... Y llevado a un oasís... Donde fue admitido entre aquellas gentes que le habían salvado la vida... Preguntó muchas veces donde estaba el mar, pero nadie lo entendía y cuando aprendió su lengua, descubrió que nadie lo sabía... Así que se acostumbró a quella vida... Y continuó conservando aquella moneda que Alá le había mandado...

Un día, pastorenado, se levantó una fuerte tormenta de arena, su montura se encabritó... pero él no cayó pues ya había aprendido a dominar a esas bestias... Aún así trado varias horas en hacerse con el animal... Quedando agotado y desorentado... Decidió subir a una duna enorme para orientarse... Y allí, a sus pies estaba el mar. ¡Por fin! había salido del desierto.

Unos dicen que salió corriendo asustado por la enormidad del mar y la civilización que se habría a sus pies.

Otros dicen que volvió a su casa, con sus riquezas... y sus tierras... y cuando fue ya muy viejo, escribió esta historia para que los demás conocieran sus aventuras...

Y los demás creemos que volvió al oasis por que ya no quería salir del desierto... pues el desierto era tan bueno y tan malo como otro lugar cualquiera... Además, se había dejado la moneda de oro en la tienda... Pero cuando volvió... ya no estaba...

A veces, pensamos que todas nuestras virtudes,
no son suficientes para todo el dolor y el sufrimiento...
inmenso como el desierto que la vida nos tiene reservados.
Es entonces cuando tenemos que hacer valer todo el oro
que llevemos con nosotros, pues por poco que sea,
hasta que no pongamos a prueba su valía... no sabremos si sera suficiente...
Y si Alá nos da SOLO una moneda...
¿Por qué será?

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